1 de Octubre 2004

Tinta sobre tiempo VII

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Viene del Capítulo VI

Después de comer volvió a casa paseando. Se sentía un poco pesado, porque el menú incluía unos canelones más que sustanciosos y una abundante ración de ternera con setas, regado todo con un vino tinto de la casa nada despreciable. El requesón casero con miel y el café con licor le remataron completamente.
Andaba sumido en una especie de agradable sopor, viendo el sol filtrarse por entre los chopos y las encinas, jugueteando con el polvo de ese modo tan característico que lleva inevitablemente a la ensoñación.
Esta tarde iba a dedicarla a la casa, ni siquiera volvería al pozo. Se daría una ducha y luego armado con azada y las enormes tijeras de podar de las que se había provisto a su llegada, seguiría abriendo el camino entre la indomable vegetación.
Así lo pensaba, al menos, pero cuando llegó la caminata no le había despejado tanto como esperaba, así que perezoso y condescendiente consigo mismo, se permitió tumbarse en el sofá.
Le despertó Conchi con un susurro, diciéndole que iba a salir por la noche, pero que no se preocupara porque la canguro, Marita, ya estaba allí y se haría cargo de los niños.
Una vez dado el mensaje estrictamente necesario, Conchi desapareció quedamente escaleras arriba.
Javier se lavó la cara y cogiendo todo lo necesario para dibujar algunos planos, lo dispuso ordenadamente sobre la gran mesa de la galería, y se sentó frente al ventanal para empezar a trabajar.
Dibujó un mapa general en el que se veia el pueblo, el puente sobre el riachuelo, la casa de Conchi, y en el camino que seguia adelante adentrándose en el monte, el sendero que habia empezado a abrir él mismo, así como el pequeño desvío que conducía al pozo.
Los críos, cansados de jugar al sol, se asomaron curiosos para ver lo que estaba haciendo, y empezaron a hacerle preguntas.
-¿Y es una casa muy grande? – preguntaba Marc con los ojos muy abiertos
-¿Pero de quien es, de mamá? – le decia Raquel empinándose sobre las puntas de los pies para inclinar la cabeza sobre su hombro y contemplar el papel.
-No se como es de grande todavía, porque aun tengo que abrir mucho camino para llegar. Y no es de nadie Raquel, esta abandonada desde hace muuuucho tiempo.
-Habra fantasmas, seguro – anunció Marc con cara de saber muy bien de lo que estaba hablando.
Raquel ahogó un gritito y hundió rabiosa su pequeño puño en el costado de su hermano.
-Y ratas – sentenció Marc, para mayor diversión de Javier y mayor terror de la pequeña.
Marita apareció llevando una enorme fuente de gazpacho para invitarles a todos a ir a cenar a la cocina “ya que la mesa es ahora el estudio de los mapas” dijo riendo, y desapareció por el pasillo en sombras seguida por los alborozados críos.
Javier recogió sus papeles con cierta desgana, y se fue a la cocina con los demás.
Marita era una chica de diecisiete años, gordita y pecosa, dotada de una inmensa paciencia y un sentido del humor igualmente inagotable.
Había tenido un par de novios, pero no le convencieron lo suficiente, y tal como le estaba contando a Javier, ahora intentaba conocer a gente nueva a través del chat.
-Yo no tengo internet en casa, pero cuando vengo aquí Conchi me deja utilizar el PC, y si sale por la noche, cuando los niños estan dormidos...
Le guiñó un ojo y luego miró a los pequeños gesticulando con el dedo sobre los labios de un modo exagerado, para indicarles que aquello era un secreto.
-Y has conocido a algún chaval interesante?
Sorbiendo una cucharada de delicioso gazpacho en el que flotaban trozos de verduras de la huerta, ella le contestó muy seria:
-No se puede decir todavía Javier, por Internet todo no es lo que parece, y hay que tener cuidado. De momento estoy conociendo gente, chicos y chicas, charlando, no tengo prisa. Para cazar a otro descerebrado como los que ya tuve no hace falta conectarse a Internet, le das una patada a una piedra y salen diez- Marita se reía de un modo muy contagioso mientras le contaba esto- y para encontrar una perla, hay que buscar, con cuidadito, sin prisa, pero sin pausa, ¿entiendes?
Desde luego la entendía, y además le encantaba la manera de contarlo que tenía la canguro, con esa pizca de acento de Algeciras que aun conservaba de su niñez y de su familia, y moviendo los ojos pequeños y verdes como un gato que persiguiera sin cesar con la vista el vuelo de un insecto minúsculo.
Después de la cena los niños se instalaron ante el televisor, y en el mismo sofá se quedaron dormidos.
Ayudó a Marita a llevarlos a la cama y acostarles, y la dejó a ella en el estudio de Conchi, absorta ante el PC.
Entonces decidió salir, a pesar de la oscuridad, de lo intempestivo de la hora, no pudo resistirse por más tiempo al deseo de acercarse a su misterio, así que cogió la linterna, y se fue camino adelante, con intención de acercarse al pozo.
Sin tener ningún motivo lógico para hacerlo, se desvió por el senderillo del pozo con la linterna apagada, sigiloso como un duende, intentando evitar en lo posible cualquier ruido que le delatara...ante las sombras de la noche.
Oyó un tenue chapoteo, un murmullo de origen probablemente animal, y cuando llegó al pozo se encontró cara a cara con un hermoso ejemplar de felino, de pelaje largo y rojo y ojos de color de ámbar, que le observaba en la oscuridad con tal expresión que recordaba al mismísimo gato de Cheesire.
Se observaron un instante, decidiendo a quien de ambos pertencía el territorio, mientras detrás del pozo se escuchaba un crujir de arbustos y un rumor de pasos que indicaban a las claras la presencia de otra persona.
El animal salió disparado en pos del ruido, y Javier intentó salir detrás, pero en su precipitación tropezó con el tocón cortado de un árbol, y cayó cuan largo era sobre un incómodo lecho de matorrales espinosos.
Enfadado por su propia estupidez, y ya con la linterna encendida, enfocó el haz de luz hacia todos los rincones sabedor de que ya nada iba a encontrar.
Se había golpeado con fuerza la rodilla y estropeado las palmas de las manos, que le escocían, llenas de raspaduras y de granitos de tierra húmeda.
Decepcionado volvió sobre sus pasos hasta llegar a una roca grande que señalaba la proximidad de la casa de Conchi. Allí se sentó, mirando la fachada de piedra iluminada por el farol de la entrada, observando a las hormigas voladoras arremolinarse bajo el haz de luz azulada, escuchando la melodía ronca de las ranas en el pequeño embalse artificial que había tras la masía.
De repente se sintió incómodo, consciente de un modo extraño de estar perdiendo el tiempo, de estar evitando sus problemas reales persiguiendo leyendas como un chiquillo. Recordó a su ex, pensó sólo un instante en que tendría que volver tarde o temprano a la realidad, en que se le terminaria el dinero, en que quizas, como solía decir su madre, se estaba comportando como un inmaduro otra vez.
Seguía mirando el haz de luz del farol repleto de hormigas hipnotizado, cuando escuchó el motor del coche de Conchi, y enseguida el rugir de otro motor, mucho más potente, probablemente el de una ranchera grande.
Se agazapó insconscientemente en la oscuridad para no ser visto. Conchi bajó de su automóvil, y una mujer más alta, de cabello rubio clarísimo, seguramente teñido, bajó de la ranchera.
Las dos mujeres se abrazaron bajo el farol, y acto seguido la más alta besó a Conchi largamente en los labios, y se marchó sin decir nada.
Javier vió sorprendido como Conchi se quedaba plantada en la puerta, con las piernas separadas, los brazos caídos al lado del cuerpo, y una tristeza inmensa reflejada en el rostro que se veía intensamente iluminado por los faros de la ranchera que daba la vuelta para marcharse.
Sobrecogido por la escena que no debía haber presenciado, esperó a que ella entrara en casa, y luego se encaminó hacia el portal, cuya luz acababa de apagarse como si alguien hubiera corrido un imaginario telón.
La encontró en la cocina, sentada muy rígida frente a un vaso de leche helada que sostenía entre las manos con fuerza. Las lágrimas empapaban sus mejillas y la expresión de sus ojos al mirarle era, sorprendentemente, la de una niña asustada.
-¿Conchi puedo hacer algo? ¿Quieres que nos tomemos un te? O si quieres...
No pudo seguir, un sollozo ahogado le interrumpió y ella salió disparada escaleras arriba, dejando que el vaso derramara su contenido sobre la mesa y en el suelo, para regocijo de un gatito goloso que surgió de la oscuridad y se puso a lamer el charco complacido.
Javier cogió unas galletas y mordisqueándolas ensimismado se fue a su habitación.
Marita debía estar durmiendo porque no se veía ninguna luz encendida.
No entendía nada, salvo que al parecer la estatua de sal, después de todo, tenía un corazón.

Imagen: Archivo (retocada por Moonsa)
Nota: Pido disculpas a los que seguíais atentos esta historia por haber tardado tanto en retomarla. A partir de ahora espero poder poner los capítulos con más frecuencia. Besos a todos :***

Moonsa alunizó el 1 de Octubre 2004 a las 05:32 AM | TrackBack
Comentarios

Lo bueno de todo es que pude retomar la 1/2 botella de vino que tenía en estado latente de la ultima vez (aunque aquí entre nos estaba tirando a vingreta...pero en fin....)
Un saludo como siempre y estás disculpada, por lo menos de mi parte.

Escrito por khandika a las 1 de Octubre 2004 a las 07:16 PM

Argggggh!! Menos mal que llego a tiempo para seguir la historia!! Mañana me pongo a ello! Besos!

Escrito por Lyzzie a las 2 de Octubre 2004 a las 03:56 AM

Moonsa, me encanta descubrir que poco a poco todo vuelve a esa agradable normalidad y que tus bonitas historías vuelven para quedarse entre los pliegues de nuestra piel. Gracias, aunque sea tarde se agradece la continuación. Muchos besitos y feliz día.

Escrito por Brisa a las 2 de Octubre 2004 a las 10:27 AM

que bueno que sigues esta historia!
y nada de pedir perdon, es parte del marketing hacer esperar al público con el corazón en un hilo... ;)
un beso

Escrito por Gabriela a las 4 de Octubre 2004 a las 09:44 AM

Ya no me acordaba de la historia (tendré que repasar), pero me engancha.
Besos!

Escrito por odyseo a las 4 de Octubre 2004 a las 01:55 PM

Engancha, la historia engancha :D

Felicidades preciosa

Dark kisses

Escrito por lua a las 5 de Octubre 2004 a las 01:37 PM

Oye que boba soy! Os voy a poner enlaces en cada post de Tinta sobre Tiempo al anterior para facilitaros la cosa, no me habia dao cuen :D
Besos a todos :***

Escrito por Moonsa a las 5 de Octubre 2004 a las 05:48 PM

Ostres, ja es fèia torbar la história ja! Però quin retorn, yuhuiii no amagava secrets la Conchi! i lo que ens queda!
Besades, preciosa :***

Escrito por Turandot a las 7 de Octubre 2004 a las 01:47 AM
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