Viene del CapÃtulo VII
(NOTA: Ahora si están todos los capÃtulos enlazados ;) )
Silencio, gorjeos y trinos, brisa entre los árboles. Se levantó sin echar ni una mirada al reloj. Todo el mundo parecÃa dormir, pero de la cocina subÃa un delicioso aroma de café. Marita, probablemente. Bajó sin hacer ruido. La cocina estaba vacÃa, aunque habÃa café recién hecho. La encontró delante del ordenador, recostada en el respaldo de la silla, con las manos lánguidamente apoyadas sobre el teclado, como un pianista que no sabe que pieza tocar, mirando la pantalla con cierta expresión de escepticismo en el semblante, y la cabeza un poco inclinada. Cuando Javi entró, ella no se movió.
- ¿Marita?
- Buenos dÃas Javier – le respondió sin volver la cabeza – ¿Has tomado café?
- Aún no
Marita se levantó con una sonrisa y se fue a la cocina para prepararle algo de desayuno, seguida por el abrumado huésped que no deseaba darle un trabajo extra a la que en realidad estaba en la casa para cuidar de los niños.
- Quita quita que no me cuesta nada. ¡Para leer las gilipolleces que me estaba diciendo el tÃo del chat – soltó una contagiosa carcajada – mejor te hago unas tostadas!
- ¿Qué te decÃa?
- ¡Uuuuf! Es que verás, cuando ya llevas tiempo con esto, de lejos los ves venir. Cuando enseguida se ponen tan melosos, después de tener la extraordinaria originalidad de preguntarte si eres una chica, qué edad tienes y de dónde eres...bueno yo me los suelo tomar a risa, si no tengo nada mejor que hacer. Si estoy hablando con gente más interesante me los quito de encima. – y le guiñó un ojo a Javier.
Él sonrió al imaginar cómo “se quitarÃa de encima” aquella avispada adolescente a los pelmazos que pretendieran importunarla parapetados detrás de sus pantallas.
- A mi es que nunca me ha dado por chatear, no te negaré que siento algo de curiosidad, pero a la que me siento en un ordenador que esté conectado a la red me pongo a buscar cosas que me interesan... y me pierdo navegando.
- Pones “casas abandonadas” en el Google le das al intro y lo menos te metes en todos los enlaces, que tu eres capaz – Marita se reÃa de buena gana y sin ninguna malicia mientras le hablaba.
- Tu rÃete, pero casi casi. Bueno busco toda clase de cosas. – la miró como pidiendo disculpas, y el mismo se echó a reir. Ella le acompañó con aquellas carcajadas ligeras que llenaban de buen humor el aire.
- ¿Y no te interesan las leyendas? Quiero decir, que seguro que navegando navegando, das con ruinas de castillos, o casas en las que mataron a alguien, ya sabes, cuentos de vieja, pero que una siempre se queda con la duda de si algo hubo...
- Encuentro cosas a veces, no hace mucho di con una página estupenda que hablaba de todos los seres mágicos que se supone que habitan en los bosques de nuestro paÃs. Es pintoresco, incluso te dirÃa que es bonito. Pero nunca me pondrÃa a investigar sobre el asunto. A mi dame caminos, y muros, cobertizos caÃdos y señales viejas, y ahà si te reconstruiré como vivÃa la gente que por allà pasó , como eran los caminos antiguos que ya no se usan, lo mejor que pueda. Pero las brujas y los duendes, bueno, digamos que yo no me lo creo – sonrió divertido mirando a Marita.
- Pues yo...mira no lo se. Algo tiene que haber. Seguro que lo que cuentan, lo exageran, pero todo no puede ser mentira.
- Respeto tu opinión, pero yo no me lo creo – repitió sonriendo.
- ¡Vale vale! Pues créete estas tostadas y este café que yo me vuelvo con el gilipollas. ¡Tu a tus mapas, cientÃfico!
Y dejando delante de él una bandeja con el desayuno preparado, volvió al estudio.
Javi se bebió el café deprisa, y salió de la cocina con una tostada en la mano. Aún era muy pronto y querÃa aprovechar las horas en las que el sol estuviera bajo. Además tenÃa que reconocer que no deseaba encontrarse con Conchi, al menos no todavÃa. Cogió sus herramientas y se puso en camino.
La quietud a su alrededor era impresionante, aún se oÃan trinos lejanos, pero miraba las montañas que le rodeaban y le daba la sensación de que podÃa sentir un espeso silencio penetrando en su piel. La Madre Naturaleza se imponÃa en su inmensidad, preñada de sonidos tenues e indistinguibles, que cuando el oÃdo asimilaba como parte integrante del paisaje de aquella despejada mañana, dejaban de escucharse. Era una soledad majestuosa. Ya subirÃa el sol y el aire se llenarÃa de los perfumes de las flores estivales sacudiéndose el rocÃo, y de los sonidos que devolverÃan la vida a aquel apartado lugar cuando personas y animales decidieran empezar su jornada. Aún no era la hora, y las montañas oscuras parecÃan amonestarle calladamente por haber invadido aquella paz antes de tiempo.
Siguió su camino lentamente, como si intentara seguir el ritmo que su entorno le marcaba, hasta llegar al último trecho desbrozado de la senda que él mismo estaba creando entre las frondas. PodÃa ver la silueta de la casa, cubierta de hiedra y de pequeñas plantas silvestres que crecÃan entre las piedras de sus muros, recortarse entre los árboles. Vista asà parecÃa un puzzle sin terminar, pero se dio cuenta de que en realidad ya no estaba lejos del perÃmetro marcado por las piedras que aún quedaban en pie del muro bajo que marcaba lo que debÃa haber sido un huerto o un jardÃn. Sin embargo por lo que podÃa atisbar desde allÃ, parecÃa que no habÃa ninguna puerta en la zona desde la que el intentaba acceder a la casa. Aparto algunas ramas con cuidado para intentar calcular mejor las distancias. Definitivamente lo más factible era llegar a las piedras; desde esas ruinas que asomaban de manera intermitente alrededor de la enorme masÃa serÃa más fácil limpiar el terreno y su objetivo serÃa más visible. Entonces darÃa con alguna abertura practicable en la pared.
Animado por la proximidad del objeto de su obsesión, se aplicó a cortar ramas y hojas, penetrando tenazmente en la espesura, hasta que el sol empezó a calentar demasiado.
Cuando el cansancio y el calor le obligaron a parar se dio cuenta sorprendido de que habÃa alcanzado un punto que quedaba alineado con unos restos del pequeño muro a su derecha.
La casa ya podÃa verse muy bien, y por su estructura era fácilmente deducible que hallarÃa la puerta de las cuadras a la izquierda, y la puerta principal probablemente en el lado opuesto al que se encontraba. Eso significaba que el acceso original a la vivienda venÃa de algún otro antiguo camino que aún estaba por descubrir. Miró hacia el sol protegiéndose los ojos con la mano y torciendo el gesto. TendrÃa que continuar por la tarde o a la mañana siguiente.
Haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, volvió sobre sus pasos sin mirar atrás, con la espalda tensa, y las manos aferradas a las correas de la mochila. Cuando llegara el descubrimiento querÃa paladearlo con calma.
(Continuará...)
Imagen: Chinese Tea
Escuchando: El pitido todavÃa, que resulta que tengo otitis.. (grrrrr)
Bonita historia y bellÃsima la fotografÃa. Veo que te has mejorado de la gripe.
Besos
La otitis mola, porque es demuestra que estas muy inspirada...
Aunque seguramente la otitis habra sido un contratiempo. :-P
¡Ah!Los novenos son los mejores...
;-)
novenos...
capitulos....
;-)
Moonsita, ahora no tengo tiempo ni de leer, pero he querido pasarme a dejar te un beso grande y a decirte que estoy contenta de volverte a encontrar. Muchos besitos
Escrito por Brisa a las 17 de Febrero 2005 a las 08:18 AMMontse, ¿no deberÃas corregir tu perfil en blogger? profile/3303299
Escrito por ubu a las 17 de Febrero 2005 a las 12:33 PMGracias a todos por pasaros por aquÃ, un abrazo.
Ubu la cuenta de Blogger me la hice hace tiempo porque en algunos blogs me obligaban para poder comentarlos, pero, a qué te refieres con eso de mi perfil??
Dime algo porfas :)
Bieeeeen! Nuevos capÃtulos!! Ya no me quedaban unñas para morderme ni pelos de los que tirarme ;p
Besotes!!
El "continuará..." me ha vuelto a pillar con ganas de más. Mmmpfff!!! :)
Si lo que querÃas es mantenernos expectantes ¡lo has conseguido!
Un besote.
Moonsita, no te olivdes de nosotros ;) besitos
Escrito por Brisa a las 23 de Febrero 2005 a las 11:24 PMmuy bien estubo mui bonito
Escrito por sandy a las 10 de Agosto 2005 a las 02:05 AM